La base fundamental de la osteopatía es el movimiento. Toda estructura tiene la capacidad propia de moverse, esto nos da una fisiología y un buen trabajo interno de los órganos. La disfunción aparece cuando esta movilidad se ve restringida por diferentes factores o causas, dando así una alteración en las funciones de los órganos y por tanto una perturbación de la salud del paciente.
Con la osteopatía visceral podemos actuar sobre los tejidos y membranas que participan en la función de las vísceras; los músculos en relación; los diferentes planos de deslizamiento entre órganos; el sistema nervioso y vascular; etc. Con el fin de asegurar un buen funcionamiento orgánico.
A menudo encontramos adherencias o tracciones miofasciales que dificultan la libertad de los tejidos y por tanto nos alteran la movilidad visceral. La osteopatía tiene una gran variedad de técnicas manuales para ayudar a liberar y devolver la funcionalidad a ese órgano.
Tiene un papel fundamental el diafragma toraco-abdominal, ya que su movimiento rítmico en cada respiración, favorecerá el bombeo a nuestros órganos. De esta manera se nutrirá y limpiará nuestro organismo a través del sistema vascular y linfático. El osteópata siempre favorecerá que este flujo se dé correctamente y permitirá una óptima movilidad diafragmática.